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Radiación
by
Wulfrano Moreno
“Cuando uno se da cuenta de que el hombre puede ahora obtener suficiente energía de una pequeña cantidad de Uranio 235 para hacer funcionar un automóvil durante 50 años sin parar, para mantener un avión en el aire indefinidamente, para conducir el Queen Mary en innumerables viajes transoceánicos, para calentar hogares durante años, no parece exagerado calificar la liberación de la energía atómica como la mayor noticia de la historia.”
John O’Neill – Almighty Atom: The Real Story of Atomic Energy (1945)
Podemos argumentar que el mantra del valle del silicio “moverse rápido rompiendo cosas”, también aplica a ciertos episodios de la era nuclear. Desde los más obvios como la historia de la pareja Curie en Francia, cuya exposición a elementos radioactivos culminó en el fallecimiento por leucemia de la premio nobel de física y química Maria Salomea Skłodowska-Curie, la cual para entonces carecía casi completamente de visión y padeciendo constantemente de mareos y fiebre. Como consecuencia es que la Bibliothèque Nationale en la actualidad exige una exención de responsabilidad a quien solicite tener acceso a los documentos científicos originales de los reconocidos cónyuges, debido a que los papeles absorbieron y emitieron vasta radiación al momento de ser elaborados.
Además de las duras lecciones aprendidas de los reconocidos desastres de las centrales nucleares de nivel 7 INES en Chernóbil durante 1986, (Ucrania, entonces parte de la URSS) y Fukushima en 2011 (Japón), nivel 5 INES de Sellafield en 1957 (Cumbria en Reino Unido) y Three Mile Island durante 1979 (Pennsylvania EUA); mención especial merece el relato acontecido durante el transcurso de la década de los noventa del siglo pasado del joven norteamericano David Hahn, originario de los suburbios de Detroit. El estudiante de High School y miembro de la tropa de los Boy Scouts, armado con material escolar didáctico y buenos conocimientos de química, replicó los experimentos de Madame Curie para obtener los componentes necesarios para conseguir la fisión nuclear, sin tener en cuenta los protocolos de seguridad ni los impactos medioambientales o las consecuencias más amplias de sus acciones, inspirado en su esfuerzo por obtener la insignia de energía atómica del grupo fundado por el primer barón Baden-Powell.
El “chico explorador radiactivo”, mote con el que los medios de comunicación lo reconocerían por su extravagante historia, utilizando artículos domésticos comunes, productos disponibles en el mercado y objetos de uso cotidiano consiguió extraer y concentrar materiales radiactivos para crear un reactor reproductor recolectando detectores de humo para la extracción de Americio-241, un isótopo radiactivo utilizado para ionizar el aire en el dispositivo en caso de incendio; lámparas para campamentos de gas, las cuales utilizaban una pequeña manta de dióxido de torio (ThO₂) mismas que quemó con apoyo de un mechero Bunsen separando las cenizas del Torio (Th) para posteriormente disolverlas en ácido nítrico (HNO₃) y extraer nitrato de torio (Th(NO₃)4). Adicionalmente extrajo Radio (Ra) y Uranio (U) de antigüedades, el primero raspando meticulosamente las manecillas de relojes que identificaba con su contador Geiger los cuales se encontraban cubiertos con pintura luminiscente a base del metal alcalinotérreo radiactivo y el segundo de esmaltes de recipientes de cerámica que contenían sales de uranio, como el dióxido de uranio (UO₂), que pueden extraerse disolviendo en ácido nítrico para formar nitrato de uranilo (UO₂(NO₃)₂).
El rápido crecimiento de la inteligencia artificial en la actualidad ha dado prioridad a la innovación sobre la sostenibilidad a largo plazo y su insaciable demanda energética en los centros de datos que ya consumen entre el 1% y el 2% de la electricidad mundial, y con el aumento exponencial de las cargas de trabajo de cómputo esta cifra podría alcanzar el 8% en 2030, mismos que han empujado a las empresas de tecnologías de información hacia la energía nuclear como posible solución. Por ejemplo, el acuerdo de Microsoft para reabrir la planta nuclear Three Mile Island además de la compra por parte de Amazon y Meta de centros de datos alimentados por energía nuclear representan medidas audaces para garantizar un suministro estable. Adicionalmente, las soluciones actuales en materia de energía nuclear se centran en tecnologías de vanguardia como los reactores modulares pequeños (Small Modular Reactors), más seguros y adaptables que sus predecesores.
El imprudente experimento de David Hahn dejó un legado controversial: contaminación tóxica radiactiva que requirió una costosa limpieza por parte del gobierno estadounidense y riesgos medioambientales a largo plazo. Del mismo modo, los sistemas de cómputo contribuyen a la contaminación digital, desde el consumo excesivo del suministro eléctrico hasta los residuos electrónicos generados por un hardware rápidamente obsoleto. El crecimiento descontrolado de la IA puede desestabilizar los sistemas críticos de infraestructura pública. Su demanda energética está poniendo a prueba las redes eléctricas y el impulso a las soluciones nucleares, aunque prometedor, podría tener consecuencias imprevistas si no se gestiona con cuidado. Al igual que el chico explorador subestimó las complejidades de la energía atómica, la industria tecnológica corre el mismo riesgo de subestimar los retos logísticos y éticos de integrarla en sus operaciones por las interrogantes sobre la gestión de residuos y la seguridad a largo plazo. Aunque es energía baja en emisiones de carbono, su impacto ambiental dista mucho de ser insignificante. La comparación subraya la importancia de equilibrar la innovación con la protección del ecosistema.